Amanecí leyendo «La Arena Entre los Dedos» de chantal Maillard

23.

No es la persona. Es la necesidad del vuelco lo que importa. No existe, en realidad, la persona en quien se vuelca la pasión sino como receptáculo adecuado.

Lo que existe es el flujo, la llama y el flujo ardiente. Duerme en cada ser una enorme cantidad de amor que solo pide un cauce y un lugar donde volcarse. El fuego puede dormir durante años, quedar oculto bajo la piel de tal manera que uno no lo note, o apenas por algún rastro de tristeza, insatisfacción o inquietud inmotivados. Si nada ni nadie logra despertarlo, empezará a consumirnos lentamente, comenzando por la mente y el ánimo. Terminando con el cuerpo.

Es preciso darle salida, hallar una puerta, un vano, un cauce.

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